sábado, 1 de junio de 2013

COINCIDENCIA DE TIEMPOS

Dos personas se cruzan por la calle. Ni siquiera se miran, nada hace que se entrecrucen sus caminos. Ni un tropiezo accidental con un “oh, perdona, iba despistado”. No hay coincidencia de tiempos. Años después esas mismas personas vuelven a encontrarse, quizás en un congreso, o en la sala de espera del dentista, en un bar, en cualquier lado. Nada. No se recuerdan, no han tenido que olvidarse. No se ven siquiera, no han tenido que mirarse. No hay coincidencia de tiempos. Pero un buen día, sin reconocerse, se encuentran al fin. Los mismos cuerpos, las mismas almas, quizás solo algo más cansadas, sin duda más selectivas y exigentes. Más voraces de sensaciones, de sentimientos. Coinciden de nuevo casualmente, y esta vez saltan chispas que incendian todo a su alrededor. No recuerdan otros momentos pasados en los que tuvieron oportunidad de provocar el mismo incendio en el que ahora arden complacidos. Ahora es el momento. El uno llevaba buscando mucho tiempo lo mismo que el otro buscaba. Puede que incluso en los mismos sitios, entre las mismas sombras fugaces, vacías, pero sus tiempos eran diferentes, sus ritmos distintos. No fue el destino quien les brindó esta vez la oportunidad de percibirse, sino la coincidencia de tiempos. Te encuentro ahora que ni siquiera te busco y no me creo que te haya encontrado porque cuando busco, lo que encuentro nunca eres tú. Nunca fuiste tú. Y ahora que eres tú y al fin yo soy yo, temo recuperar la esperanza que ya había asumido no recuperar jamás. Me da miedo pensar que nos hayamos encontrado sin buscarnos, y que nos perdamos, algún día, por la misma razón, por no seguir buscándonos como ahora lo hacemos con la necesidad de lluvia que tienen los vientos del sur. La coincidencia de tiempos es la coincidencia de inquietudes, de necesidades, de objetivos, de ambiciones, de proyectos, de pasiones. Es el regalo de los dioses para los impacientes sin prisa, para los indecisos seguros, para quienes no creen en el amor verdadero, el que habla en plural, el que en la penumbra hace dormirse a tus pupilas en el calor de otras que no son las tuyas pero que sientes como si lo fueran. Todo fluye en la coincidencia de tiempos. Nada puede salir mal.

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